Desde su inauguración en 1912, con la obra de Marquina "En Flandes se ha puesto el sol", el Teatro Victoria Eugenia se ha convertido en uno de los ejes principales de la vida cultural de la ciudad, siendo escenario de los mejores espectáculos en ella representados.
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Desde su inauguración en 1912, con la obra de Marquina "En Flandes se ha puesto el sol", el Teatro Victoria Eugenia se ha convertido en uno de los ejes principales de la vida cultural de la ciudad, siendo escenario de los mejores espectáculos en ella representados.
Este magnífico teatro es la sede de la Quincena Musical Donostiarra desde 1940 y Palacio del Festival Internacional de Cine desde 1953 hasta 1999. Desde la chica de los ojos de color violeta, Liz Taylor a la apasionada de Bette Davis, son innumerables las estrellas del cine, de la música y de la cultura que han ido alternando su presencia en esta sala. Una curiosa anécdota es que estás en el lugar donde por primera vez en el mundo que se proyectó la película Vértigo de Hitchcok.
Inmune al paso del tiempo, tras más de cien años de vida, el Victoria Eugenia está hoy en su mejor momento gracias a la rehabilitación que se realizó durante seis años y que terminó en 2007. Gracias a esta obra se adecuó el espacio interior a los tiempos modernos, dotándolo de un escenario totalmente actualizado. También puede presumir de albergar muchas de las proyecciones que tienen lugar durante el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, así como de otras obras teatrales.
Además, la reparación y limpieza de las fachadas realizada en dicha reforma, ha resaltado los distintos aspectos de su estilo neoplateresco. En el exterior, hay una serie de grupos escultóricos realizados en piedra traída de la localidad navarra de Pitillas y que representan la Tragedia, la Música, la Danza y la Comedia. Fíjate en otro detalle de su fachada: Tallados en medallones se reflejan, entre otros, los bustos del compositor de música clásica Arriaga (apodado el Mozart español) y del tenor Julián Gayarre.
Destacar por último, que el teatro recuerda su historia con el pequeño busto de Pío Baroja, colocado junto al lateral izquierdo del edificio situado frente a la casa que vio el nacimiento del genial escritor de la generación del 98.