Pegadito al mar, encajado entre dos salientes rocosos y rodeado del incomparable verde asturiano. Suena bien, ¿verdad? Pues así te vas a encontrar al pueblo de Tazones, cuya zona más antigua ha sido, además, declarada conjunto histórico-artístico. Por si le faltaba algo por rematar.
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Pegadito al mar, encajado entre dos salientes rocosos y rodeado del incomparable verde asturiano. Suena bien, ¿verdad? Pues así te vas a encontrar al pueblo de Tazones, cuya zona más antigua ha sido, además, declarada conjunto histórico-artístico. Por si le faltaba algo por rematar.
Se dice, aunque saber no se sabe con exactitud, que fue aquí donde el adolescente Carlos I pisó suelo español por primera vez. En 1517, el futuro hombre más poderoso del globo no sabía ni jota de castellano, y llegaba desde Flandes a las costas de Villaviciosa un poco por accidente. Cuentan las crónicas que una tormenta desvió el rumbo de la flota y la trajo hasta esta zona, así que cada año se recuerda el acontecimiento con una representación de lo que debió de ser aquel desembarco. Pero eso sí, prescindiendo de la tormenta.
Por aquel entonces ya andaba Tazones atareado con la arriesgada y lucrativa caza de ballenas, como otras villas marineras de esta costa, y se iba convirtiendo en un puerto cada vez más importante. Multitud de barcos cargados de paño, lino, aceite, cáñamo y otros productos iban y venían con origen y destino en diferentes puntos de España y Europa.
Los barrios de San Roque y San Miguel debes caminarlos de arriba abajo. Encontrarás la Casa de las Conchas y echando un vistazo a su fachada entenderás rápidamente por qué la llaman así y por qué es, según dicen, una de las casas más fotografiadas de todo el territorio asturiano. Sabemos que no resistirás la tentación de un selfie.
También es buena idea acercarse al Faro de Tazones, que empezó a funcionar en 1864 y se conserva de maravilla. Pero es que en la playa también hay algo interesante que curiosear. Algo mucho más antiguo que el faro, que la flota de Carlos I y que cualquier cosa que estés pensando. Nada menos que huellas de dinosaurio. Icnitas es su nombre técnico, y en este caso las tienes tan bien conservadas que hasta puedes diferenciar claramente sus tres dedazos. Y es que parece que este tramo de costa les gustaba bastante a aquellas enormes criaturas, porque son muchos los yacimientos del Jurásico que reúnen aquí. Hablamos, para que te sitúes, de unos ciento cincuenta millones de años, semana arriba o abajo.
Te habrá quedado claro que en Tazones hay mucho que ver. Y además, fíate de nosotros, también deberías probar su marisco para así honrar su larga tradición marinera y, ya de paso, darte el gusto.
