La cara de Badajoz es la de una ciudad guerrera y conociendo su Historia entenderás el porqué. Verás…
Ya en la Edad Antigua aparecen por aquí los romanos para tenérselas con Aníbal, primero, y con los caudillos lusitanos, después. Por desgracia, esos enfrentamientos bélicos se iban a repetir con frecuencia en la zona durante los dos milenios siguientes, y son la causa de que vayas a ver tanta fortificación y tanto edificio defensivo.
La fundación de la ciudad se suele atribuir a Ibn Marwán, un personaje del siglo IX que navegaba entre el Islam y el Cristianismo según viniera el aire. Pero lo cierto es que aquella Badajoz utilizó un antiguo asentamiento visigodo para prosperar y hacerse importante.
Los cuatrocientos años posteriores, de dominio musulmán, dejaron la alcazaba más grande de cuantas quedan en Europa, con sus murallas, su adarve y sus espectaculares torres defensivas. Y ya te puedes imaginar que todo eso no se hizo para que se divirtieran los chiquillos de la ciudad. Y eso que aún faltaban la reconquista cristiana, en el siglo XIII, y el asedio del rey de Portugal en el siguiente.
Entre grescas y batallas provocadas por la ubicación de la ciudad, cerca de la frontera portuguesa, se alcanzó el siglo XVI. Ahí tuvo Badajoz un respiro y se llenó de artistas, sabios y humanistas que discutieron de pintura y filosofía aun sabiendo que aquello no podía durar mucho.
Y no duró, claro. En pocas décadas llegaba la Guerra de Restauración Portuguesa y la población volvía a sufrir, pero es que a la vuelta de la esquina estaba otra; esta vez la de Sucesión española.
Así empezaba el siglo XVIII para los pacenses, hasta el gorro de armas, de bombas, de Castilla y de Portugal. La alcazaba se había quedado obsoleta para los nuevos disparates militares, así que hubo que renovar las defensas y el resultado fue un enorme recinto fortificado plagado de baluartes, fosos, galerías y torres.
Recorrer lo mucho que queda de esa obra te puede llevar su tiempo, pero vale la pena porque forma parte del carácter de la ciudad. Y es que en Badajoz, hasta la catedral de San Juan Bautista ha terminado teniendo pinta de fortaleza.
¿Qué te parecen pocas guerras para una población? Pues espera, que seguimos... La Guerras Napoleónicas dejaron también su brutal recuerdo aquí, y poco más de un siglo después haría lo propio la Guerra Civil, con varios miles de ejecutados por las tropas golpistas que ocuparon la población tras una dura resistencia.
Hoy, al fin, puedes pasear tranquila y pacíficamente por este paisaje salpicado de obras de guerra, y comparar estos tiempos con los que le tocó vivir a otros. ¡Seguramente encuentres muchas razones para estar muy feliz! Asi que no dejes de visitar tranquilamente la Plaza Alta, la Torre de la Atalaya, también llamada espantaperros, la Giralda de Badajoz y la Puerta de Palmas.