Que no os quepa la duda que, en tiempos de nuestros bisabuelos, la gente también trasnochaba, salía de farra y se ventilaban alguna que otra botella de una sentada. Y resulta que el Bilbao de las tres primeras décadas del siglo XX fue un lugar estupendo para hacer todas esas cosas. Como un París plantado en la cornisa cantábrica, estaba lleno de diversiones, cabarets, cervecerías y demás locales a los que ir a enseñar mostacho, bastón y elegante sombrero.
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Que no os quepa la duda que, en tiempos de nuestros bisabuelos, la gente también trasnochaba, salía de farra y se ventilaban alguna que otra botella de una sentada. Y resulta que el Bilbao de las tres primeras décadas del siglo XX fue un lugar estupendo para hacer todas esas cosas. Como un París plantado en la cornisa cantábrica, estaba lleno de diversiones, cabarets, cervecerías y demás locales a los que ir a enseñar mostacho, bastón y elegante sombrero.
Las crónicas de la época hablan mucho del "Kurding Club", donde los jóvenes socios, casi todos de familia bien, tomaban el arte y la filosofía como excusas para darse al bebercio y a los arrumacos con damas de costumbres relajadas. Pues aquí tienes al gran superviviente de aquellos tiempos bilbaínos: el Café Iruña, que sigue situado frente a los jardines de Albia conservando su enorme encanto junto a ese sabor particular de los locales con Historia. ¡Aquí han pasado muchas cosas y se han entretenido muchas gentes!
Entra y echa una buena mirada al mármol, al techo y a los azulejos. Es probable que los estucos de aire mudéjar te recuerden a la Alhambra de Granada, la cual podrás ver en uno de los muchos murales restaurados.
La solera del Iruña fue reconocida en 1980 con una declaración de Monumento singular, a lo que hay que sumar su habitual inclusión en las listas de mejores cafés de España. No es para menos. Una curiosidad es que para encontrar un local similar, que te lleve a la Belle Époque según cruzas su puerta, tendrás que ir a Pamplona y buscar otro café que, precisamente, comparte nombre con éste.
En las mesas del Iruña apoyaba sus codos Pío Baroja discutiendo temas serios, y echó Unamuno buenos ratos con sus creaciones de papiroflexia. Hoy, en recuerdo de aquellos personajes y de la ciudad de entonces, se celebra, el último sábado de junio, un desfile de época que se ha bautizado como Bilbao 1900. En él, un centenar de personas ataviadas según la moda de hace un siglo pasean distinguidamente por las calles de la Villa, así que te puedes unir a ellas y a su habitual parada en el Iruña. Pero eso sí: no olvides tu capa ni tu chistera.