Las estaciones de Abando - Indalecio Prieto y La Concordia no están pegadas, pero sí lo suficientemente cerca como para que sea buena idea visitarlas seguidas ya que la historia de una tiene mucho que ver con la historia de la otra.
La zona en la que ambas se encuentran no formaba parte de Bilbao hace un par de siglos. Abando era una tierra de cultivos y ganado, más allá del puente; una tierra de jebos, o campesinos, en la que no había mucho más que una iglesia y algunas casitas alrededor.
Pero los cambios se avecinaban. A mediados del siglo XIX, la idea del ferrocarril ya no parecía tan loca y todo el mundo estaba dispuesto a invertir en ella: era un negocio seguro porque era el futuro, y esa palabra sonaba irresistible para los oídos de cualquier época.
Así que en 1863, año en el que Julio Verne publicaba su primera novela, la Compañía del Ferrocarril de Tudela a Bilbao inauguraba, en Abando, una estación de la que hoy apenas queda nada más que las trazas de los raíles. Todo formaba parte de un proyecto para evitar que la zona quedase aislada, después de que la Compañía de Ferrocarriles del Norte hubiese tomado la decisión de conectar Irún con Madrid sin desviarse hasta aquí.
La estructura original fue construida al estilo inglés y supuso un hito; uno de esos templos del progreso que la época, fascinada con los adelantos técnicos, apreciaba tanto. Quizá la estación actual, abierta en 1948 para sustituir las envejecidas instalaciones anteriores, conserve algo de ese sabor; y hasta es posible que lo notes mientras miras tranquilamente su gran vidriera, decorada con escenas costumbristas vascas.
Sin embargo, el peso de la Historia está mucho más presente en la estación de La Concordia, y solo tienes que dar un paseo hacia el río para encontrarte, en cuestión de minutos, ante el espectacular rosetón de su fachada. Erigida en 1902, en plena gloria modernista, la estación se empleó para dar servicio a los ferrocarriles de vía estrecha que recorrían la cornisa cantábrica y transportaban mercancías y pasajeros entre Bilbao y Santander.
Su nombre está también vinculado a la Historia del tren, no creas que no: resulta que la Compañía del Ferrocarril de Tudela a Bilbao, de la que te hemos hablado antes, quedó agotada por el esfuerzo del tendido de una línea que había costado mucho más de lo previsto. Entró en crisis y quebró, pero por un acuerdo alcanzado en un pabellón que existía justamente aquí, en este terreno, se decidió su absorción por la Compañía del Norte en 1878.
Este hecho fue un acontecimiento importante en el Bilbao de la época y la gente empezó a referirse al lugar como La Concordia, nombre que finalmente adoptó la estación que tienes delante.