Turaca, Turgalium y Torgiela son algunos de los nombres que la historia le ha ido dando a Trujillo. Porque en este lugar se ha hablado de todo, desde lenguas prerromanas hasta árabe, y desde el latín hasta dialectos bárbaros. Pero aún con un pasado tan amplio, Trujillo nos suena siempre a conquistadores. Y es normal. Algo debe de haber en el aire de estas tierras para que de aquí salieran personajes tan arrolladores como Francisco Pizarro, que conquistó Perú, Orellana, que llegó al Amazonas, y Diego García de Paredes, que probablemente te suene menos pero es el más increíble de todos. Enseguida te contamos.
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Turaca, Turgalium y Torgiela son algunos de los nombres que la historia le ha ido dando a Trujillo. Porque en este lugar se ha hablado de todo, desde lenguas prerromanas hasta árabe, y desde el latín hasta dialectos bárbaros. Pero aún con un pasado tan amplio, Trujillo nos suena siempre a conquistadores. Y es normal. Algo debe de haber en el aire de estas tierras para que de aquí salieran personajes tan arrolladores como Francisco Pizarro, que conquistó Perú, Orellana, que llegó al Amazonas, y Diego García de Paredes, que probablemente te suene menos pero es el más increíble de todos. Enseguida te contamos.
Antes de pasar a manos cristianas, ésta había sido una importante ciudad islámica. Tenía una muralla de la que aún quedan restos, y una tremenda fortaleza que hoy, bastante reformada, se conoce como Castillo de Trujillo. Y es que las cosas nunca fueron muy pacíficas por aquí.
En una de estas, Colón descubrió América y, de Trujillo, que ya era una señora villa, empezaron a partir aventureros hacia el Nuevo Mundo. Algunos de los que volvieron de una pieza y con los tesoros de los indios, levantaron orgullosos palacios que hoy forman parte del patrimonio de la ciudad. Pero por encima de los demás nombres ha quedado el de Pizarro, que a caballo preside la famosa y soberbia Plaza Mayor. Así mismo, fue su hija, Francisca Pizarro Yupanqui, quien ordenó construir el Palacio de la Conquista, la más conocida de las casas nobles trujillanas.
También hay monumentos religiosos en el legado histórico de la villa, y también ellos muestran la huella de aquellos personajes del siglo XVI español, duros como un trozo de roca. Es el caso de la Iglesia de Santa María la Mayor, un magnífico templo románico con sus reconstrucciones góticas, su espectacular retablo y sus tumbas de nobles. Todo normal hasta ahí. Pero resulta que uno de los enterrados es Diego García de Paredes, el increíble que nombrábamos al principio, y cuyas fabulosas proezas guerreras dejarían al Cid Campeador a la altura de un aficionadillo.
Tanto es así, que el colosal trujillano fue comparado con Sansón y con Hércules, porque otras referencias no servían para él. Tras cubrirse de gloria bélica, fue a Roma a buscarse las habichuelas, y allí, en una pelotera en los jardines vaticanos, se cargó a una docena de espadachines armado con una simple barra de hierro. El papa Alejandro VI quedó tan boquiabierto que inmediatamente lo nombró su guardaespaldas.
Pero aquello no era nada para el extremeño. Entre otras hazañas inverosímiles, cuenta la historia que, subido a unas murallas en la isla griega de Cefalonia, resistió él solito, durante tres días, a una guarnición entera de jenízaros, unos soldados otomanos con el máximo nivel de entrenamiento, que no entendían a qué clase de hombre, o de díos, se enfrentaban. ¿Exageraciones? Pues mira, ¡nunca lo sabremos!... Pero es lo que tiene la Historia.
