Pablo Ruiz Picasso nació en Málaga en 1881, en el número 15 de la Plaza de la Merced, y seguramente ya le daba vueltas a su futuro con el chupete en la boca: podía dedicarse a la pintura como su padre, profesor en la Escuela de Bellas Artes, o al ejército, como su tío.
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Pablo Ruiz Picasso nació en Málaga en 1881, en el número 15 de la Plaza de la Merced, y seguramente ya le daba vueltas a su futuro con el chupete en la boca: podía dedicarse a la pintura como su padre, profesor en la Escuela de Bellas Artes, o al ejército, como su tío.
Y es que a Juan Picasso González le faltaba poco para ser un héroe de la Guerra de África e iniciar un ascenso fulgurante que le haría general. También sería instructor del Expediente Picasso, que no informaba sobre los dibujos de su sobrino Pablito, sino sobre el batacazo del ejército español en Annual, allá por 1921.
La cuestión es que Pablo se decidió, seguramente ya en la cuna, por seguir la actividad de su padre y darse a conocer con el apellido de su madre. Le esperaban cantidad de cosas: la época azul, la rosa, París y sus vanguardias, el cubismo, los críticos escandalizados, la fama mundial y los millonarios del mundo haciendo cola para comprar sus obras.
Sobre todo eso podrás aprender muchísimo en el Museo Casa Natal de la Plaza de la Merced, pero si te quedas con ganas de ver más obras del fenómeno que dinamitó la pintura, puedes acercarte a la calle San Agustín y entrar en el Museo Picasso. Allí podrás mirarte a los ojos con más de doscientas creaciones picassianas y comprobar en persona cómo se queda uno después de la experiencia.
Y si resulta que no puedes resistir la tentación de tener un cuadrito y no ves cámaras ni vigilantes a tu alrededor, te avisamos: más te vale planear bien la cosa si no quieres acabar investigado por la policía, como le ocurrió al mismo Picasso en 1911.
Resulta que, un buen día, la Gioconda desapareció del Louvre. Y dos de los primeros sospechosos del robo fueron Pablo y su compinche Apollinaire, que habían participado en algunas travesuras de juventud relacionadas con piezas de arte robadas. El poeta llegó a pasar en el talego un par de noches, pero Picasso solamente fue interrogado y, muerto de miedo, negó conocer a su amigo.
Ambos quedaron libres porque la cosa, en realidad, no iba con ellos, sino con otra rocambolesca historia que no nos da tiempo a contarte ahora. Pero lo más curioso de todo aquello es que el Louvre batió récords de visitantes, deseosos de ver el hueco que la Mona Lisa había dejado en la pared. ¡Tal cual lo oyes!