Raro es encontrar una ciudad muy antigua y que no haya demasiadas discusiones sobre su origen. Y no es que Cartagena no tenga sus leyendas sobre su fundación, que las tiene, pero en general se suele dar por buena la teoría que adjudica a Asdrúbal el protagonismo del asunto.
Hace más de veintidós siglos llegó aquí el general cartaginés, confirmó que el lugar tenía un puerto natural estupendo y puso a sus hombres a trabajar. Era el año 227 antes de Cristo y empezaba la historia de una ciudad que las iba a ver de todos los colores y formas gracias a su estratégica situación.
De aquí partió Aníbal con sus famosos elefantes cuando su gente se las tenía tiesas con Roma. Pero aquello acabó como acabó, y los inevitables romanos se hicieron con la población arrasándolo todo y levantando una ciudad nueva a todo trapo, según tenían por costumbre.
La llamada Cartagho Nova fue una urbe romana esplendorosa, con su foro y su impresionante teatro construido, según parece, dos o tres años antes de Cristo. No dejes de ir a verlo porque pocos encontrarás en España tan bien conservados como este.
Pero, como sabes, Roma no fue eterna. Primero flojeó, y luego se desmoronó estrepitosamente, así que les llegó el turno a otros pueblos. Cartagena se hizo bizantina durante un tiempo, después visigoda y después musulmana, y ninguno de esos cambios se hizo pacíficamente.
Y eso que todavía quedaba la reconquista cristiana, que llegó a mediados del siglo XIII. Así que, con tanta guerra, tanto desastre y tanta confusión, a veces resulta muy difícil saber el cuándo y el cómo de algunas construcciones de la ciudad. Es el caso de la catedral, que probablemente fue empezada en ese siglo XIII y pasó por mil peripecias y hundimientos hasta llegar al XX como pudo. Pero entonces llegó la Guerra Civil y la dejó en el chasis.
A pesar de todo, Cartagena también ha tenido sus buenas épocas. Como cuando Carlos III le dio un fuerte impulso convirtiéndola en un enclave fundamental para la flota española. De eso dan buena fe las murallas, castillos y fortificaciones que guardan la costa desde aquellos tiempos.
Y vamos acabando contándote que aquí fue donde nació Isaac Peral, inventor del primer submarino militar de la historia. El hombre peleó para mostrar que su creación funcionaba y lo consiguió en 1888, con un rotundo éxito en la botadura del artefacto. Otra cosa es que después oscuros intereses, que nunca han sido aclarados, lo ningunearan y desecharan su invento. Ay, si Don Isaac levantara hoy la cabeza…
