Una mezcla de paisaje lunar, desierto apache y extraño sueño provocado por la ingesta de algún derivado del cannabis. Ese es el alucinante escenario que te espera en el Parque Natural de las Bárdenas Reales, al sur de Navarra. A poca distancia, lo que son las cosas, de las amables y fértiles tierras de la denominada “Huerta de Navarra”.
En este paraje único, lleno de caprichosos pliegues, cerros y barrancos, se han rodado películas y series para dar y tomar. Pero más, mucho más que James Bond y Anacleto, que se han pasado por aquí, mola la figura del bandolero Sanchicorrota, un personaje de carne, hueso y cuchillo largo, afilado y usado. La leyenda, claro, se ha puesto de su parte y lo presenta como un Robin Hood que trataba bien a los pobres y se escondía en estos desiertos allá por el siglo XV. Incluso se dice que colocaba las herraduras de su caballo al revés para que sus huellas despistaran a la autoridad, loca por echarle el guante.
El hipnótico aspecto de este lugar, decíamos, no se debe a ningún platillo que cayera por aquí y arrasara con todo. Parece ser que hace algunos millones de años el agua decidió abandonar esta zona, y desde entonces pocas veces se ha animado a volver. Esas pocas veces suele hacerlo, además, en forma de lluvia torrencial… pero la media anual ronda los 100 mm.
Así que sobre este terreno de yeso y arenisca han ido actuando, poco a poco, eso que llaman agentes atmosféricos; ellos han dado forma a este entorno tremebundo, en el que solo sobreviven las plantas más resistentes y los animales más espabilados, como zorros y comadrejas. Si levantas la vista podrás ver también águilas y buitres, así que procura no perderte en caso de que decidas hacer algún recorrido en bici o a pie por la zona. Que esos bichos siempre andan con hambre…
Una parcelita en el desierto de las Bárdenas, ahí donde lo ves, tenía su valor en el siglo IX. O quizá los reyes que las regalaban como recompensa por luchar contra el Infiel eran unos bromistas, que todo puede ser. El caso es que aquí siguen haciéndose cosas en la actualidad: sin ir más lejos, los aviones del Ejército prueban su puntería en la zona, algo que no hace ninguna gracia a un montón de gente que se manifiesta anualmente contra esas prácticas.
Las Bárdenas, se mire como se mire, es un lugar verdaderamente especial, y no queremos ni imaginar que un pepinazo mal disparado pudiese ir a caer, por ejemplo, en la cueva del temible Sanchicorrota.