A primera vista, Bailén es un pueblo andaluz como tantos otros, con sus casitas blancas, sus ermitas y sus calles empedradas. Sobresale, eso sí, la Iglesia de la Encarnación, que lleva más de quinientos años en pie, y en cuyo interior se guardan los restos del general Francisco Javier Castaños Aragorri. Con eso ya podemos empezar a situarnos.
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A primera vista, Bailén es un pueblo andaluz como tantos otros, con sus casitas blancas, sus ermitas y sus calles empedradas. Sobresale, eso sí, la Iglesia de la Encarnación, que lleva más de quinientos años en pie, y en cuyo interior se guardan los restos del general Francisco Javier Castaños Aragorri. Con eso ya podemos empezar a situarnos.
Resulta que el lugar que ocupa Bailén en los libros de historia se lo debe a una batalla. No a una batalla cualquiera, claro, sino a una que cambió el curso de Europa porque en ella fue vencido el invencible: Napoleón Bonaparte.
Y es que en aquellos tiempos las tropas del emperador daban miedo: se habían pasado por la piedra a la flor y nata de los ejércitos rusos y austríacos, a los hombres de hierro prusianos y a quienes se les habían puesto por delante. Así que, con ese historial a sus espaldas, aquel mes de julio de 1808, los regimientos franceses avanzaban por las ardientes tierras andaluzas sabedores de su fuerza.
Pero resultó que el general Castaños había reunido a veintisiete mil hombres y se devanaba la sesera para buscar un enfrentamiento ventajoso. Su idea inicial era hacer frente al invasor en Andújar, pero los soldados napoleónicos se movieron inesperadamente hacia Bailén.
Los españoles se plantaron, de madrugada, frente a los orgullosos dragones y los arrogantes jinetes del ejército imperial. Casi cincuenta mil soldados se batieron a las puertas del pueblo jienense, y los napoleónicos fueron aplastados. Se cuenta que algo tuvo que ver el intenso calor que hacía aquel día de julio, que apretaba que no veas. Su general, Dupont, capituló al mediodía, y la noticia se propagó las semanas siguientes por una Europa que no daba crédito.
Las condiciones pactadas entre vencedores y vencidos, sin embargo, fueron origen de otra terrible historia: mientras a Dupont y sus oficiales se les permitía volver a Francia, los soldados prisioneros terminaban abandonados en la inhóspita isla de Cabrera, donde sufrieron el tormento del hambre y la sed y se dejaron, muchos de ellos, la vida que no habían perdido en el campo de batalla. De aquí seguramente podríamos sacar alguna moraleja, pero eso ya te lo vamos a dejar a ti. Nosotros sólo te recomendamos escuchar la audioguía la isla de Cabrera para que conozcas los detalles.
Piensa en todas estas cosas estremecedoras mientras visitas la histórica Bailén. Ya te decíamos que, pese a lo que pueda parecer, fue en este pueblecito andaluz donde el destino empezó a darle la espalda al ambicioso Bonaparte.
Acabamos con un consejo: Si te coincide, que sepas que el 19 de cada julio se celebran las fiestas del pueblo, dedicadas a aquella batalla y declaradas de Interés Turístico Nacional.